País de pandereta

Arden las redes sociales, sindicatos pidiendo investigaciones, un estamento público en tela de jucio, presunto tráfico de influencias… ¿Es una trama de un partido político? Pues no, es un concurso de canciones para Eurovision.

Ese concurso pseudocasposo que no ve nadie, el de «guayominí catre puá» y en el que «siempre» Portugal nos da 12 puntos, ha hecho saltar por los aires el modo en el que se decide que canción representará a España. Originalmente era por votación popular hasta que El Terrat, la productora de Buenafuente, decició hacer la broma de Rodolfo Chikilicuatre y la gente se la compró haciendo que ese personaje acabara en Eurovisión. Tamaña afrenta hizo que Televisión Española pusiera, aparte del voto popular, un jurado para controlar que no se colaran frikis. Es en ese jurado donde salta la polémica. Dicha polémica viene de las supuestas relaciones profesionales de miembros del jurado con la ganadora y de intereses monetarios al ser de las pocas interpretes con una discográfica detras.

El problema de todo esto no es una estúpida canción de un irrelevante concurso musical. El problema es ver a Televisión Española, el ente público, trampeando una votación y haciendo pensar a la gente que votando tiene poder de decisión.
Esto ataca directamente a un pilar básico de cualquier pais; la confianza en las instituciones. Preguntas que nos hacemos de ¿si pasa esto en Eurovisión que no pasará en otros sitios? no hacen mas que minar la ya de por si baja confianza en las insitituciones públicas.
En medios de comunicación plagados de Gurtels, corruptelas, juicios a PP, tramas de los Eres… Todo esto no hace mas que poner un punto mas sobre toda la montaña de desconfianza que tiene el ciudadano medio.

Desconfianza en una votación de Eurovisión, desconfianza en lo que diga la Sanidad sobre las vacunas, desconfianza en lo que paso en la transición, en el 23F, desconfizanza sobre a donde van nuestros impuestos… Desconfianza que lleva al populismo, y es en el populismo donde mejor se mueven los manipuladores. Lo estamos viendo día a día en maquesinas de los autobuses o el metro donde se le echa la culpa a ciertos sectores de todo lo malo que pasa en este pais, algo de 1º de Goebbels que ya hemos asumido como normal.

En fin, nada nuevo bajo el sol de Españistán, seguiremos aumentando poco a poco la temperatura del agua hasta que nos preguntemos ¿como ha podido pasar? Mientras tanto pudimos ser un país de tetas o un país de pandereta, pero ni siquiera llegamos a eso.