Pequeños dioses de cuatro patas

Decía Terry Pratchett que «en la antigüedad los gatos eran adorados como dioses; ellos no han olvidado esto.» Esto se nota incluso a día de hoy en su comportamiento, su relación con los humanos y sobre todo cuando ya no están. Porque cuando un dios desaparece la tierra se queda triste y yerma.

El gran historiador de la antigüedad Heródoto descubrió como se adoraba a estos pequeños dioses en el antiguo Egipto en el momento que dejaban este mundo y asi lo dejo registrado en su libro segundo.

«Los gatos muertos son trasladados a unos edificios sagrados, en la ciudad de Bubastis, donde, una vez embalsamados, reciben sepultura; en cambio, a los perros cada cual los sepulta, en su respectiva ciudad, en unos féretros sagrados; y también los icneumones [mangostas] son sepultados como los perros. A las musarañas y a los halcones los llevan a la ciudad de Buto, y a los ibis, a Hermópolis. En cambio a los osos y a los lobos los sepultan allí donde los encuentran muertos».
Heródoto Libro II

Para mi pequeña Kara, ahora en Bubastis.

Parásitos

Del lat. parasītus, y este del gr. παράσιτος parásitos ‘comensal’, ‘gorrón’.
1. adj. Dicho de un organismo animal o vegetal: Que vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de él y depauperándolo sin llegar a matarlo.

En la definición de la RAE que aparece arriba una de las distinciones que hacen es “vive a costa de otro de distinta especie” pero existen casos de parasitismo dentro de una misma especie. Hay casos puntuales en los que un individuo se convierte en parasito, pero hay casos en los que los parásitos han sobrevivido dentro del huésped durante siglos trasladando condición de parásito a su descendencia.
El truco de estos parásitos es muy claro, disfrazar su actividad de simbiosis. Hacen creer al huésped que su función es buena para el, cuándo por detrás lo drenan lo justo para mantenerlo con un hilo de vida. Pero no siempre funciona, en ciertas ocasiones el huésped acaba dándose cuenta y comienza el tratamiento para deshacerse de estos parásitos.

Un caso ocurrió en Francia, a finales del siglo XVIII se realizo un tratamiento radical por amputación que acabo con siglos de parasitismo. Años después, al encontrarse con el sistema inmunitario deprimido contrajo un parasito pequeño que intento expandirse a sus países vecinos, pero fue expulsado del organismo. Otro caso sucede en Inglaterra, en el que el huésped es feliz con sus parásitos. De hecho, el huésped se sorprende y en ocasiones se ofende cuando uno de sus parásitos quiere dejar de serlo.

Hay un huésped que lleva años intentando deshacerse de sus parásitos, concretamente desde el sigo XVIII. Cada dos generaciones de parasitación el huésped se revuelve y expulsa a los parásitos, pero estos siempre se las arreglan para volver. Estos tramos de una expulsión cada dos generaciones de parasitación llevan ocurriendo hasta el día de hoy.
La primera ocasión ocurrió cuando el huésped contrajo otro parasito de tipo francés que expulso a los originales. Después de la enfermedad los parásitos se las ingeniaron para volver disfrazados de simbiosis. Una vez dentro volvieron a parasitar con más fiereza si cabe llevando al huésped a una enfermedad.

La siguiente generación de parásitos, liderada por una parasita hembra, fue expulsada brevemente intentando entre medias ser parasitado por una nueva cepa italiana. No duro un año sano cuando el huésped volvió a ser parasitado por la cepa original.
Pasaron dos generaciones cuando el huésped volvió a expulsar a los parásitos, pero contrajo un cáncer agresivo. Sus células se volvieron contra otras durante una fiera enfermedad que finalizo con una metástasis en todos sus miembros que llega a día de hoy.
Sobreviviendo a duras penas el paciente volvió a contraer parásitos, esta vez disfrazados de simbiosis como anteriormente habían hecho sus antepasados. Los primeros años de simbiosis el huésped estaba feliz, había sobrevivido a un cáncer y el parasito le daba confianza.

En los últimos años esa simbiosis se fue debilitando, el parasito fue mostrando su verdadera cara viendo como había medrado desde que volvió a parasitar. Incluso parásitos nuevos que se incorporaron a su cepa se ha visto que se aprovechan del huésped lo máximo posible aun cuando el huésped los mantiene con su esfuerzo.
A día de hoy estamos en la segunda generación, los parásitos ya se están preparando para que la tercera siga con su oficio. El huésped empieza a revolverse como ha ocurrido otras veces ¿será la definitiva?