Hace unos días aparecía en una portada de un conocido diario de este país la siguiente frase «El odio envenena las redes sociales», nada más lejos de la realidad. Esta portada denota claramente hacia donde está girando la prensa escrita dada la crisis del sector. Los antaño señoriales diarios se han convertido en meras hojas parroquiales al servicio de los caciques de turno que vomitan en sus páginas las palabras que les dictan desde los despachos.
Los juntaletras en nomina de los despachos siguen a rajatabla la máxima periodística de William Hearst con la infame frase: «No dejes que la realidad te estropee una buena noticia: inventa la realidad para que se convierta en noticia»
La portada «El odio envenena las redes sociales» revela la venda puesta por los caciques que solo les deja ver un pequeño fragmento de la realidad. Y es que el odio envenena las redes sociales, pero también envenena el bar, envenena la peluquería, envenena el autobús y envenena muchas casas. El odio ha envenenado a mucha gente, pero no es un veneno de mordedura de serpiente, ese veneno instantáneo que despliega todos sus síntomas de golpe. No, este veneno es un veneno calmado, es la cucharadita de cianuro de todos los días en el café de la mañana. Es esa pequeña dosis que va acumulándose en el cuerpo desarrollando los síntomas lentamente pero que inevitablemente desembocan en el mismo resultado.
Esa dosis diaria con el café de la mañana viene en forma de recortes de sanidad, recortes de educación, recortes de libertades pero también en pequeñas pastillas de corrupción, malversación de fondos, cuentas suizas… Seguir leyendo «Odio, mentiras y tweets»