La verdad es que los años no pasan en balde, mismamente ayer mientras iba en el tren a trabajar empezó a sonar Ecuador de Sash en mis auriculares y se me vino a la mente aquellas tardes de los viernes en la discoteca del Jardín. En uno de esos momentos de idea brillante me dio por ponerme a calcular y resulta que ya hace 17 años de esas tardes de viernes, luego me puse a llorar en un rincón en posición fetal.
Con esto de la edad empiezan a salir las crisis, la de los 40, la de los 7 años, la de fe, la crisis económica, la Crisis en Tierras Infinitas… En mi caso llevaba tiempo con la crisis informática y no es que nos exploten por cuatro duros en cárnicas picando código en el lenguaje de moda, esta es una crisis de otro tipo.
En la década de la movida, las hombreras y el pelo frito SS.MM los Reyes Magos de Oriente tuvieron a bien traerme un microordenador personal, que es como se llamaban por aquella época a los ordenadores que no ocupaban una habitación entera, concretamente era un Amstrad CPC 464 con 64kb de memoria. Con 7 años aprendí la virtud de la paciencia con juegos que tardaban media hora en cargar, me rio yo ahora cuando algunos se quejan de los tiempos de carga de un juego en una “Pley”.
Aprendí también a desarrollar reflejos sobrehumanos en ese infierno que eran los juegos de carga secuencial en los que cada fase cargaba independientemente y si te mataban tenías que volver a cargar el juego entero otra vez. Aparte de eso mi Amstrad me regalo, ayudado por ese monitor de fosforo verde radiactivo, una miopía de esas en las que ves menos que un gato de escayola.
Con el paso de los años los microordenadores se convirtieron en “Pentiums” y como premio a las notas de 1º de BUP (eso que habia antes de la eso esa) llego a mi casa un flamante Pentium a 120mhz con 8Mb de Ram y 1Gb de disco duro con Windows 95 el sistema operativo más avanzado del mundo. Al mes estaba de vuelta en la tienda porque supuestamente el disco duro era de 1Gb y Windows decía que eran solo 512mb. Es lo que tiene empezar a trastear con algo, que te lo cargas y como es nuevo hay que llevarlo a la tienda a que lo arreglen, primera y última vez.
Después del 95 llego el 98, el Milennium (brillante mierda) y Windows 2000, con el Windows 2000 fui feliz, desde el SP1 hasta el SP4. Mientras tanto entre PcMania y PcMania empecé a conocer el lado oscuro de la informática, no porque fuera malo, sino porque era una pantalla negra con un cursos parpadeando, algo llamado Unix. El primer libro que compre sobre Unix era relativo a SCO Unix y eso de escribir y saberse tantos comandos de memoria me sonaba a chino.
Un día en una PcMania regalaron un cd con Slackware, la versión 3.5 creo que era, y me anime a intentar instalarla. Recuerdo ese día sudando tinta china porque me podía cargar el disco duro, sin saber qué era eso de particiones, cilindros, ext2, swap… Después de usar el mítico Partition Magic y hacer sitio en el disco duro conseguí instalar eso que decían que era un sistema operativo pero que al final solo aparecía una pantalla en negro con la palabra “login:”
Seguía trasteando con esa pantalla en negro, intentando configurar el fichero XF86Config para tener sistema grafico con la advertencia de que te podías cargar el monitor si configurabas mal la frecuencia de refresco del monitor. De aquella parecía que te podías cargar todo con poner mal una línea de texto.
Unos cuantos ordenadores después, un buen día o un mal día, según se mire, mi Windows2000 dejo de funcionar e instale Windows Xp encima y no funciono bien así que me decidí a dar el salto definitivo a Linux y quitar Windows de mi portátil. Me decidí a poner una Suse, la verdad es que el cambio fue un poco traumático pero empecé a cogerle el gustillo pronto a esto del Software Libre.
En la época universitaria fue cuando salió a flote el lado hippie-talibán del software libre, todo en mis equipos era opensource, fui a ver una charla de Stallman, intentaba evangelizar a la familia, a los amigos, dormía abrazado a un peluche de Tux… y así estuve hasta hace un añito. Durante todo ese tiempo probé de todo, OpenSuse, Fedora, Mint, hasta me atreví con Gentoo, entornos Kde, Gnome, Xfce, Windowmaker, hacia scripting… lo que se me pusiera por delante.
Lo que pasa es que cuando uno empieza a trabajar deja de tener tanto tiempo para probar/investigar y cuando llegas de currar todo el día entre ordenadores hay veces que no te apetece volver a ponerte delante de la pantalla negra y te apetece sentarte en el sofá a tocarte las narices mientras ves alguna web o cualquier red social. Por eso mismo tenía un portátil y un sobremesa, uno para el modo usuario y el otro para trastear y maquinas virtuales.
En el portátil pase de una Fedora a una Ubuntu, no quería comerme mucho la cabeza con el portátil, como mucho instalar por ppa y darle clic al botón de instalar en la tienda de aplicaciones. Un día tuve la idea de cambiar de portátil, un HP con sistema de gráficos hibrido con una endemoniada ATI Radeon que se lleva a matar con Linux, que su soporte con los drivers oficiales Catalyst es una boñiga del tamaño de un rascacielos. Todo el mundo tiene problemas con estas tarjetas, al punto que una de las entradas mas leidas de este blog es en el que explico como evitar que se sobrecaliente el portátil en Linux.
Así que mi relación con Linux en mi portátil paso del amor al más absoluto de los odios repartido al 99% para el portátil y el 1% para Linux. Dos años tormentosos en los que cada actualización de sistema operativo, yo soy actualizador compulsivo, derivaba en fallos y cuelgues varios. Así que después de la actualización de la Ubuntu 13.04 en la que se rompió toda la instalación y por un cuelgue me dejo el sistema hecho una piltrafa fue la gota que colmo el vaso. Me di cuenta que seguía igual que hace 10 años, configurando ficheros de texto porque aquello no acaba de ir todo lo fino que debía. Era hora de cambiar de portátil.
Revisando portátiles me encontré con un nuevo problema, el UEFI o Secure Boot. El UEFI básicamente es un engendro que hace que en los portátiles no te puedas instalar un sistema operativo que no esté firmado. Es decir que me compro un hardware que teóricamente no es mío porque no me puedo instalar el sistema que me de la gana. Incluso algunos portátiles en los que si instalabas Linux se quedaban hechos un bonito pisapapeles, si quería tener Linux en el portátil o hacia una investigación de mercado profunda o me tocaba volver a investigar como meterlo a calzador con el UEFI. Después de investigar portátiles de System 74 que montan solo Ubuntu y demás inventos que hay por ahí, después de mucho pensarlo este es mi nuevo portátil.
Al menos es un Unix, ¿no? Continuara…
Miraliiiii
Joer, que recuerdos me has traido a la mente….
Muy buen post 😉
Yo en mi portatil con tarjeta hybrid uso windows 7 cuando ya tengo las piernas calentitas del ubuntu…… y en ubuntu!! que en arch linux no puedo ni ponerlo sobre mis piernas, me abrasooooo!!!!!