Nuestra forma de pensar esta condicionada por nuestras vivencias, conocimientos y estudios. La forma de plantear resoluciones a problemas no es la misma según la profesión que tengamos cada uno, no piensa de igual forma un biólogo, un carpintero o un lingüista en según que situación.
¿A que viene todo lo anterior? Pues por lo siguiente: Imaginémonos que un día estamos en el curro y viene un cardenal a pedirnos ayuda porque los Iluminati, secta chunga donde las haya y unos malos muy socorridos para algunos argumentos, han robado cuarto y mitad de materia oscura del CERN y amenazan con volar todo el Vaticano.
Llegado a este punto de la película algunos dirían que pasan porque es la hora del café y otros llamarían a los Iluminati para que pulsaran ya el botón pero nosotros que somos buenrrolleros le decimos al señor cardenal que vale, que nos apuntamos, no vaya a ser que vuelen tanta obra de arte bonita.
Llegamos a Roma, que si señor taxista pase por el Coliseo, que si pare aquí que quiero una pizza que tengo hambre del jetlag… Y por fin entramos en el Vaticano y un montón de guardias suizos (esos que tienen el uniforme con mas colores que la bandera del orgullo gay) nos llevan a una sala llena de ordenadores y jefazos para enseñarnos el problema.El problema aparece en una pantalla de ordenador y se llama bomba con reloj de cuenta atrás que aparece iluminada con un foco.
Menudo marrón, estamos en Roma, no podemos ir a ver un partido de fútbol con los tifosi, ni a ver museos, ni a cenar por ahí porque una secta chunga quiere volar el Vaticano y nos toca a nosotros salvar el día.
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